La Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) redujo edte miércoles la previsión para la demanda de su crudo en 2019, al cifrarla en 31.4 millones de barriles diarios (mbd), 100,000 bd menos que lo calculado hace un mes, mientras que dejó sin cambios su pronóstico para el consumo global, con 100.8 mbd.
En su informe mensual de diciembre, la organización estima que el volumen de barriles que el mundo necesitará de la OPEP caerá en 1 mbd respecto a los 32,4 mbd de 2018, nivel que a su vez es 1,1 mbd menor que el de 2017.
Estos retrocesos se deben al creciente suministro “rival”, sobre todo de EEUU, ya que se mantiene en 1,29 mbd (un 1,31 %) el crecimiento anual de la demanda petrolera del planeta, que totalizaría los 100,8 mbd en 2019 (98,79 mbd de 2018).
El documento destaca que “el aumento del suministro de crudo no-OPEP superó este año las expectativas iniciales del mercado”, por la subida mayor de lo esperado de las extracciones de EEUU, sobre todo de su petróleo de esquisto, y de Canadá y Rusia.
En total, el aumento de la producción ajena al cártel exportador se estima ahora en 2,50 mbd, un 20 % más que lo previsto en julio pasado.
Para 2019 la OPEP “espera” que la oferta “No-OPEP” continúe aumentando con fuerza, teniendo en cuenta las crecientes inversiones en el petróleo de esquisto de Estados Unidos, así como “nuevos proyectos (petrolíferos) en Brasil”.
Según la OPEP, en 2019 la producción rival de la organización sumará 62,19 mbd, 90.000 bd más que lo previsto hace un mes.
Ello supone un aumento del 3,73 % respecto al nivel calculado para este año (60,03 mbd).
De lejos, el mayor incremento, del 10,3 %, se espera en Estados Unidos, mientras que los productores latinoamericanos salvo Venezuela y Ecuador (que son miembros de la OPEP) subirían juntos su bombeo en un 6,45 %, hasta un total de 5,49 mbd.
Estos pronósticos están sujetos a “considerables incertidumbres”, advierten los analistas de la OPEP, que entre ellas destacan “las continuas mejoras en la productividad del esquisto en Estados Unidos”.
Asimismo, “los cuellos de botella en el (sistema de) transporte (de crudo) de la Cuenca de Permian (EEUU) y en Canadá occidental, así como la puesta en marcha de proyectos en otros países”, pueden variar el panorama final.
La producción de la OPEP se mantuvo estable entre los meses de octubre y noviembre, con un volumen de 32,9 mbd.
Detrás este dato se esconde una fuerte bajada (380.000 barriles) de la producción de Irán, por la entrada en vigor de las sanciones de EEUU, que se vio contrarrestada por una subida casi idéntica de la producción saudí.
Con respecto a 2018, el informe recuerda que “tras un comienzo saludable del año, la economía mundial ha estado marcada por crecientes divergencias en las tendencias del crecimiento”.
En el segundo semestre las perspectivas se han vuelto “más frágiles”, con problemas monetarios y “desafíos fiscales en algunas economías del G20, como Argentina, Turquía y Sudáfrica”.
Pese a ello, el informe mantiene un sólido crecimiento del 3,7 % de la economía mundial este año, frente al 3,5 % estimado en 2019.
Entre los factores que tienen el potencial de frenar aún más la coyuntura, la OPEP destaca “crecientes tensiones comerciales, restricciones monetarias y desafíos geopolíticos”.
Solo dos elementos podrían mejorar las perspectivas: una distensión en las disputas proteccionistas y un ritmo más lento en la normalización de las políticas monetarias de EEUU, la Unión Europea, el Reino Unido y Japón.
Ante el panorama presentado en su último informe del año, la OPEP subraya que el recorte de producción de 1,2 mbd que entrará en vigor el próximo primero de enero “debería contribuir a la estabilidad del mercado”.
Le medida responde a una oferta creciente que amenaza con un desplome de los petroprecios, tras la abrupta caída, en torno al 30 %, registrada en las últimas ocho semanas.