Por: Belisario de Azevedo, BID.
La región ha avanzado en facilitación del comercio, pero el potencial de las nuevas tecnologías para ello está lejos de haberse agotado.
En el comercio internacional el tiempo es esencial. Los procesos burocráticos engorrosos resultan en muchos casos un obstáculo significativo; más aún en un mundo de aranceles relativamente bajos y modelos de negocio just-in-time. Por ello, la facilitación del comercio se ha convertido en un aspecto clave de cualquier estrategia de integración comercial, especialmente para América Latina y el Caribe donde las barreras naturales son elevadas, la participación en las cadenas globales de valor es baja y las PyMEs exportan poco. Frente a estos desafíos, las nuevas tecnologías encierran un enorme potencial.
Los avances de la facilitación del comercio en la región
La agenda de facilitación ha progresado significativamente en América Latina y el Caribe (ALC) en los últimos años. De hecho, según un sondeo reciente de Naciones Unidas (2017a), somos la región en desarrollo donde la agenda de facilitación se encuentra más avanzada.
En dicho sondeo, se analizan los procedimientos y regulaciones comerciales de 120 economías del mundo, informando sobre el progreso de cada una en distintos aspectos del Acuerdo de Facilitación de Comercio (AFC) de la OMC, como la transparencia, los arreglos institucionales, el manejo de riesgos, el “comercio sin papeles” (“paperless trade”) y los mecanismos de cooperación entre agencias de control, entre otros.
En el caso de ALC, la agenda de facilitación del comercio reflejó en 2017 una tasa de implementación promedio cercana al 70%, mejor que el promedio global de 60% y 7 puntos porcentuales por encima del resultado obtenido en 2015. Las mejoras en la región durante esos dos años se concentraron en el establecimiento de Comités Nacionales de Facilitación del Comercio, en la aceptación de copias electrónicas de documentos y en medidas adicionales de facilitación para operadores autorizados o de bajo riesgo. Pero también se registraron avances importantes en la introducción de sistemas de gestión de riesgo, la implementación de regímenes simplificados como programas Exporta Fácil y el desarrollo de sistemas electrónicos de Ventanilla Única de Comercio Exterior (VUCE), entre otros.
Recientemente también ha habido desarrollos alentadores en términos de cooperación e interoperabilidad de sistemas. En particular, la Alianza del Pacífico ha logrado grandes avances en el intercambio electrónico de certificados de origen y certificados sanitarios y fitosanitarios entre sus miembros y está trabajando en el reconocimiento mutuo de sus respectivos esquemas de operadores autorizados. Además, en abril de 2017, la Alianza del Pacífico y el MERCOSUR acordaron una Hoja de Ruta para una mayor cooperación, incluidos varios temas relacionados con la facilitación del comercio, como la certificación digital de origen, la cooperación aduanera y la interconexión de ventanillas únicas electrónicas.
La evidencia disponible, aunque preliminar, da cuenta de un impacto positivo de la implementación de medidas de facilitación del comercio en los flujos comerciales de la región;[1] lo que resulta compatible con la correlación inversa entre la implementación de medidas de facilitación y los costos asociados al comercio exterior
Como era de esperarse, el impacto de las medidas de facilitación del comercio en la región ha sido asimétrico, generando ganancias relativamente mayores para las PyMEs, especialmente aquellas que se incorporaron por primera vez al comercio internacional, para las regiones alejadas de los principales organismos de control y para los productos sensibles al tiempo, como los alimentos.
De todas maneras, más allá de los resultados favorables, la región aún cuenta con amplio margen para progresar en la reducción de tiempos y costos asociados al comercio exterior. De acuerdo con datos del Banco Mundial (2017), cumplir los requerimientos burocráticos para exportar e importar requiere en promedio 7 veces más tiempo en ALC que en las economías desarrolladas de la OCDE, lo que significa una desventaja considerable a la hora de participar en cadenas globales de valor caracterizadas por insumos cruzando la frontera una multiplicidad de veces.
A su vez, el progreso en la facilitación del comercio en la región ha sido desigual. Mientras que los países sudamericanos, más México, Costa Rica y República Dominicana se desempeñaron por encima del promedio regional, la mayoría de los países de América Central y especialmente del Caribe mostraron resultados pobres. Sin sorpresas, se observa una cierta correlación entre el progreso en las medidas de facilitación de comercio y el nivel de ingreso por habitante del país (Gráfico 2), lo que sugiere un amplio espacio para fortalecer los esfuerzos de cooperación internacional a través, por ejemplo, del Mecanismo para el Acuerdo sobre Facilitación del Comercio de la OMC[3] o iniciativas de intercambio de experiencias regionales como la Red VUCE.[4]
Aportes de las nuevas tecnologías para avanzar la agenda de facilitación en la región
Las nuevas tecnologías digitales y la impresión 3D desafían la capacidad de los organismos públicos encargados del comercio exterior, habilitando la posibilidad de flujos transfronterizos 100% digitales, con las dificultades que eso conllevaría para la operatoria aduanera tradicional. Pero la tecnología digital también se ha convertido en una herramienta clave para la facilitación del comercio. Las ventanillas electrónicas, el registro online de operadores, la certificación digital y el pago electrónico de aranceles no solo aceleran el despacho en aduana, sino que aumentan la transparencia y mejoran la calidad del control aduanero.
La revolución digital en curso, junto con otras tecnologías exponenciales, proveen un abanico de posibilidades para asistir a los organismos de control y operadores del comercio exterior en la región. Se destacan en particular herramientas tecnológicas que permiten maximizar el valor de los datos, compartir capacidades a través de una creciente conectividad y automatizar procesos.
A continuación, se presentan algunos ejemplos concretos de nuevas tecnologías aplicadas a la facilitación del comercio.
La Internet de las Cosas (IoT) para crear un puerto inteligente en Hamburgo.[6] El Puerto de Hamburgo es una de las instituciones que lidera el camino para incorporar IoT en la operatoria comercial. En particular, el puerto avanza hacia una infraestructura inteligente, incorporando sensores y capacidades comunicativas en sus principales activos. Esto incluye iluminación basada en la detección de movimiento, sensores que monitorean el uso de camiones, grúas e infraestructura (por ejemplo, carreteras, estacionamientos y depósitos de almacenamiento), sistemas de almacenamiento con sensores de temperatura, humedad, ventilación y presión barométrica y medidores que minimizan el uso de energía ajustando factores como la temperatura y la presión.
A su vez, gracias a radares con identificación automática, las autoridades portuarias saben en todo momento lo que se mueve en el puerto, cuál es su origen y destino, cuáles son los tiempos de entrega esperados y qué servicios portuarios deben desplegarse para un manejo adecuado. Esta información se comparte con todas las partes involucradas en el movimiento de los bienes a través de una plataforma integrada de información. El resultado es una operatoria portuaria más eficiente y segura.
Informática en la nube para mejorar la cooperación aduanera en el corredor Trans-Kalahari. Mediante una asociación entre USAID, Microsoft y las Aduanas de Namibia, Botswana y Sudáfrica, se desarrolló una plataforma abierta basada en la computación en la nube para vincular los procesos aduaneros entre los tres gobiernos responsables del corredor vial.[7] La plataforma habilita un único punto de entrada compartido para todos los datos y documentos necesarios para importar o exportar productos, facilitando el intercambio de información entre autoridades, reduciendo la duplicación de trámites y permitiendo un control aduanero más eficiente en los tres países. Aunque aún no ha habido demasiados avances en esta dirección, la nube puede convertirse en una herramienta clave para facilitar la interoperabilidad de sistemas aduaneros y la coordinación nacional e internacional de los organismos de control.
Blockchain para operaciones comerciales rápidas, seguras y transparentes. La tecnología de cadena de bloques o blockchain se identifica generalmente con las criptomonedas, pero en realidad tiene la capacidad de generar enormes beneficios en todo tipo de transacciones y procesos que involucran varias partes, incluyendo las operaciones de comercio exterior. De hecho, el banco BBVA realizó en noviembre del año pasado un piloto en una transacción entre México y España, conectando al exportador, el importador, la compañía naviera y los intermediarios financieros a través de una cadena de bloques.[8] El resultado fue una reducción del tiempo de procesamiento y aprobación de la documentación a 2,5 horas, en comparación con los 7 a 10 días que hubiese llevado una metodología estándar. En forma similar, en enero de este año se realizó un piloto en una operación de exportación de soja de EE.UU. a China, que involucró, además de todas las partes privadas, la participación de un organismo de control estatal, en este caso el Departamento de Agricultura de EE.UU. que proporcionó los certificados sanitarios necesarios. En este caso también se registró una mejora sustancial en eficiencia, reduciendo cinco veces el tiempo necesario para realizar la operatoria.[9] Las cadenas de bloque también permiten fortalecer la seguridad y la transparencia de las operaciones comerciales.
Inteligencia artificial para la detección de fraudes de comercio exterior en Brasil. Los procedimientos normales de control y auditoría son una tarea costosa y laboriosa. Hay pocos funcionarios de aduanas que tengan la experiencia necesaria, y además hay a veces miles o incluso millones de operaciones que deben verificarse. El uso de inteligencia artificial (IA) para la detección de fraudes no es nuevo. De hecho, en 2008 Brasil desarrolló un sistema para detectar varios tipos de fraude mediante la aplicación de IA. El sistema permitía la detección de “puntos atípicos” (outliers) para ayudar a los reguladores a identificar transacciones sospechosas y contaba con una herramienta de exportación de información de productos y compañías para ayudar a los importadores en el registro y clasificación de productos y empresas.
Además de la detección de fraudes, la IA apoyada en análisis de big data puede utilizarse para desarrollar contratos más eficientes, facilitar el acceso a préstamos comerciales y ahorrar tiempo en el cumplimiento de los distintos requisitos de información, previos y posteriores a la transacción comercial. Por ejemplo, un sistema de la empresa 3CE que automatiza el proceso de clasificación de productos del Sistema Armonizado permite reducir sensiblemente el tiempo necesario para dicho proceso, minimizando al mismo tiempo los errores de clasificación, que pueden acarrear multas considerables para los operadores del comercio exterior.
Realidad aumentada para optimizar el almacenamiento, carga y descarga de productos. La realidad aumentada, mediante sistemas móviles como una pantalla montada en la cabeza, cámaras y tablets, permite utilizar un software de selección con reconocimiento de objetos en tiempo real, lectura de códigos de barras, navegación en interiores y conectividad continua con el sistema de administración de almacenes. Aunque estos productos están en etapa piloto, prometen reducir en gran medida los costos asociados a la selección, disposición y carga de productos. Un informe de DHL (2014) estima que estas tareas pueden representar alrededor del 12% de los costos logísticos totales del comercio exterior.
Volviendo a los fundamentos
Aunque la mayoría de estas aplicaciones tecnológicas se encuentran en estado embrionario, es claro que encierran un enorme potencial para avanzar, e incluso revolucionar, la agenda de facilitación del comercio en el futuro. Sin embargo, en la mayoría de las economías de la región, las condiciones podrían no ser las mejores para aprovechar plenamente estas tecnologías en las operaciones comerciales.
En particular, existe en ALC escasez de recursos humanos capaces de adaptar en forma adecuada las nuevas tecnologías al control y la operatoria comercial. A lo que se suma en muchos casos esquemas de facilitación del comercio desarrollados acumulativamente a lo largo del tiempo como módulos independientes y desarticulados, implementados por organismos diversos y con soluciones informáticas dispares. Así, más allá de los avances tecnológicos, siguen siendo los desafíos tradicionales, asociados a la institucionalidad, la capacidad de los recursos humanos y el acceso a financiamiento los más relevantes para avanzar la agenda de facilitación del comercio en la región (Gráfico 3). Las limitaciones relacionadas con la tecnología informática no figuran ni siquiera entre los cinco mayores obstáculos.