Después de dar término a la política de sustitución de importaciones en la década de los 70s, y de haber apoyado una incipiente industrialización a través de instrumentos financieros y otros incentivos, República Dominicana abrió sus fronteras comerciales. Sin embargo, esta apertura no fue acompañada por la definición de estrategias intersectoriales, de valor agregado, de industrialización.
Al parecer, se asumió que dichas políticas y medidas se definirían inmediatamente, que las negociaciones comerciales no podían esperar.
El resultado: cambios dramáticos en el sector industrial; un incremento significativo de las importaciones; reducido crecimiento del empleo formal y, sobre todo, un déficit comercial cada vez más elevado. Como marco para este resultado se encuentra el hecho de que la política comercial es débil y, además, los vínculos con una política industrial consistente también son débiles.
Una verdadera política comercial no solo visualiza oportunidades de acceso a mercados externos, sino también y sobre todo defiende la producción local y el acceso al mercado interno por parte de dicha producción.
Las industrias dominicanas no han descuidado el esfuerzo por incrementar las exportaciones (aunque no pueden presentar el aumento deseado). Un ejemplo es que en el trimestre enero-marzo el 71% de las empresas que participaron en la Encuesta de Coyuntura Industrial manifestaron dedicar una parte de su producción al mercado externo, incluyendo un 23% que exporta sobre el 40% de su producción).
El propio Gobierno, consciente de esta dimensión de una política comercial, ha declarado el 2018 como “Año del Fomento a las Exportaciones”. Establecer como prioridad el incremento de las exportaciones es bueno, diríamos que muy bueno.
Incrementar las exportaciones no es suficiente. No se ganaría nada si las exportaciones llegasen a duplicarse, pero se importara 20 veces el valor de lo exportado. Lo que se produce aquí produce empleos aquí, genera impuestos aquí, mueve la economía de aquí y ahorra divisas a al país.
En términos llanos, la política comercial no es más que una lucha por disminuir los déficits comerciales de los países y eso es lo que no debemos perder de vista. Salvando las diferencias, eso es lo que está mirando actualmente Estados Unidos, que ha vivido una experiencia parecida a la nuestra.
Sesgo pro-importador
En el Ranking de Factores que afectan la competitividad se evidencian factores que afectan directamente el mercado interno, tales como la competencia de productos importados y la competencia desleal y contrabando. La gráfica muestra el resultado desde el tercer trimestre de 2016 hasta el primer trimestre de 2018. En este Ranking se evidencia que la competencia de productos importados se ha colocado como tercer factor en diversas ediciones e incluso llegó a ubicarse en el segundo lugar en el cuarto trimestre del año pasado.
Un comportamiento similar lo sostuvo la “competencia desleal y contrabando”, factor que ha ido descendiendo hasta el cuarto lugar, pero que estuvo en este período en tres trimestres en el primer lugar. Al parecer, las medidas aplicadas por las autoridades comienzan a dar sus frutos (se requiere persistencia y endurecimiento para consolidar este resultado y reducir su impacto en la industria nacional).
Al establecer “competencia de productos importados” no se pretende que se diseñe e implemente una política comercial que pueda definirse como proteccionista o de que se restrinjan las importaciones hechas de acuerdo al marco regulatorio vigente (a pesar de las señales aislacionistas procedentes de Estados Unidos).
La AIRD ha abogado por políticas productivas que pongan énfasis en la competitividad, la integración de cadenas de valor o encadenamientos productivos, la capacidad de generación de empleo formal y de reducción de la proporción del empleo informal (lo cual tiene serias implicaciones en el bienestar social). Su énfasis es la innovación, la mejoría de capital humano, la inversión extranjera capaz de aprovechar las capacidades internas, compras gubernamentales como instrumento de apoyo a las empresas locales –especialmente a las pequeñas y medianas industrias-.
Es decir, la política comercial es parte de una política de desarrollo productivo integral, proactiva, con metas deliberadas y posibles. Este enfoque requiere superar las fallas de coordinación entre las instituciones estatales y entre el sector público y privado.
Contrario a lo que muchos pueden pensar, el fortalecimiento del aparato productivo nacional tiene la posibilidad de poner mayores recursos en manos del Estado y, por consiguiente, posibilidades también mayores de reducir el crecimiento del endeudamiento (aunque se requiere mucho más que esto) y del déficit comercial.
Para superar el sesgo pro-importador se requiere, entre otras medidas:
- Que las compras gubernamentales no estén marcadas por condicionamientos que excluyan la producción nacional;
- Aprobar de una vez por todas una estrategia clara e integral de negociaciones comerciales que se enfoque en aprovechar todo el potencial exportador mostrado por la industria dominicana y no así la entrada de productos importados libre de impuestos.
- Institucionalizar y profesionalizar nuestro servicio exterior (representantes consulares y diplomáticos) en la promoción de nuestros productos en otros mercados.
- Que el endeudamiento externo para el desarrollo de infraestructura no sea vea condicionado a la obligación de comprar insumos procedentes de los países que hacen dichos préstamos.
- Analizar el impacto de las políticas de tributación frente a las importaciones. La industria nacional es uno de los sectores con mayor nivel de presión tributaria.
- Disminuir la evasión tributaria y la informalidad, tanto de la producción como de la comercialización.
- Aplicar todos los instrumentos posibles de defensa de la competencia, de defensa comercial, evitando así que importaciones desproporcionadas e incluso sujetas a dumping dañen seriamente algún segmento de la producción nacional.
Se trata de que las políticas productivas se enfoquen en el crecimiento económico y en las empresas, como un requerimiento para el desarrollo sostenible de la nación. Y en esto, las políticas comerciales relativas al mercado interno son clave.
En fin, cómo en un mundo globalizado y en un mercado abierto, el enfoque se centra en la producción nacional.